viernes, 11 de octubre de 2013

Carta de despedida de un padre al colegio que excluyo a su hijo con TEA

Carta de Despedida

Querida comunidad:

El pasado 1 de octubre del año en curso, nuestro hijo, David Ignacio Baro Alfaro, alumno del Colegio Altamira desde el año 2009, con cupo de necesidades educativas especiales por ser un niño con trastorno del espectro autista y que actualmente cursaba 4º año B, fue desvinculado del establecimiento por decisión comunicada al suscrito por parte del director del primer ciclo, el señor Hugo Lagos.

En una extensa y bien documentada reunión organizada al efecto, se nos dibujó una imagen de David como un niño violento y potencialmente peligroso para sus profesores y sus pares, que estaba presentando constantes episodios de agresividad que hacían insostenible su permanencia en el establecimiento. Esta circunstanciada y ágil descripción de nuestro hijo estuvo encabezada por su profesora jefe, la señora Claudia Guajardo.

Ese mismo niño que ha sido etiquetado como potencialmente peligroso para sus pares y que muchos de ustedes ya conocen por los largos años que hemos formado parte de esta comunidad, es el rucio que ven a la derecha, junto con sus compañeros, disfrutando de su compañía y de las actividades en los que tenía la posibilidad de participar colectivamente con ellos.


Dentro de los Trastornos Generalizados del Desarrollo, David se encuentra en lo que se denomina  “Espectro Autista” en el rango de “Autismo de alto funcionamiento”. Pese a que  David debe lidiar con las dificultades propias del autismo, como lo son, los problemas de modulación sensorial, dificultades en el lenguaje comprensivo-expresivo y las complicaciones para la identificación de emociones, él ha logrado estrategias para mantenerse “conectado” y tener un buen rendimiento escolar. Respecto a lo social también ha tenido grandes avances, como mantener el contacto ocular, interactuar con otras personas, adecuarse a las situaciones e involucrarse en actividades cuando estas son de su interés. No obstante ello, esto  parece ser una ventaja que muchas veces juega en su contra, ya que David tiene mayor conciencia de lo que pasa en su entorno, por lo tanto esta más sensible y susceptible a cambios de estructura, de humor, a los estados emocionales de las demás personas y la forma en que se relacionan con él. 

Nuestro hijo es un luchador: toda su vida ha luchado por darse a entender, en un mundo cargado de información y estímulos que no logra procesar adecuadamente. La imposibilidad de hacerlo determina que el berrinche o la búsqueda de elementos de autocontención (como los dibujos animados u objetos con los que parece obsesionarse) son su manera de autorregularse y los berrinches el elemento para demostrar su frustración frente a la indiferencia o a la incomprensión por parte del resto.


Esas características tan básicas y elementales en todos los niños que se encuentran dentro del espectro autista, uno espera que sean entendidas por una institución cuyos miembros son “especialistas” o “han sido escogidos con pinzas” para el desarrollo de un ideario educativo cuya principal bandera de lucha es la integración e, incluso, avanzar hacia la inclusión. Pero nos hemos dado cuenta que en el Colegio Altamira, pese a la buena voluntad del aula de apoyo y excepciones muy contadas en el aula regular (de donde sólo podemos rescatar la labor y voluntad de Gianna Ogino, de quien siempre estaremos agradecidos), nunca existió, de parte de esta aula regular ni la preparación académica ni la voluntad de entender estos rasgos y aceptarlos como parte de las características normales de niños como David y su desvinculación de la institución ha sido llevada a cabo de manera sumamente rápida y con una precisión quirúrgica, como quien extrae un lunar y nadie se entera de nada.

Al alero de nuestra insistencia y de la propia lucha de David, lograba hacérsele participar de actividades colectivas, como bailes y actos, donde muchas veces se le excluía u otorgaba un papel marginal como quedarse parado con una bandera: si lo vieron bailando contento y motivado y emocionándose de sí mismo, eso nunca fue mérito de sus profesoras del aula regular, sino un mérito absolutamente personal de su parte.


David nunca tuvo acceso a Educación Física, donde el profesor a cargo, frente a mi mujer, tildó a David expresamente de incapaz de desarrollar ninguna actividad. Este “super-hombre”, soberbio, competitivo e incapaz de tener la más mínima sensibilidad frente a la responsabilidad de trabajar en un establecimiento que recibe niños con NEE no dudó en burlarse de David diciendo en tono sarcástico que era capaz de muchas cosas… como “correr y saltar”. Como un espartano que descarta a los que según él son inferiores. Del colegio nunca tuvimos una reparación en torno a este punto y lo mínimo que hubiéramos esperado era que las “adecuaciones curriculares” se hubieran extendido de manera inmediata a educación física haciendo a David partícipe de dicho ramo, con los mismos derechos que el resto de sus compañeros.



David nunca tuvo posibilidad de asistir a ninguno de los talleres del colegio, pese a su interés en la computación, en la fotografía y en la música. Intereses que bien pudieron ser tomados por los “especialistas” del Colegio Altamira, para, sobre la base de los mismos, lograr llevarlo de manera lenta pero efectiva a niveles mayores de abstracción en pos del logro de su permanencia definitiva en las aulas.

Es en este escenario donde el colegio condiciona la permanencia de David a la contratación, a nuestra cuenta, de una tutora que ellos llaman como “Yo Auxiliar”. Esta exigencia vino acompañada de una “beca”, sólo por este año 2013, del arancel diferenciado del aula de apoyo. No obstante ello, la carga económica que debimos asumir a partir de este año, por las remuneraciones de la tutora exigida por el colegio, de todas formas fue mayor que en todos los años anteriores.

El colegio y, muy en especial, la profesora jefe de David, aplaudió la incorporación de la tutora y aplaudió los logros y avances que David estaba teniendo con ella: para nosotros, estos enormes avances, no fueron más que una demostración de lo que David siempre ha sido capaz si tiene la guía, el apoyo y contención necesarios lo cual siempre debió venir de parte del colegio y no de personal externo, considerando que esta institución se autodenomina como de “Integración” y “En vías a la Inclusión” y sin perjuicio del arancel diferenciado que por muchos años nuestra familia debió solventar. En la práctica, la tutora no hizo más que permitir a la señora Guajardo cómodamente desvincularse completamente de David, ya que toda la interacción hacia él y con nosotros, comenzó a ser canalizada a través de la tutora. Se libró del “problema”

Poco después nos enteramos de que el señor Hugo Lagos había dado instrucciones de que si David no venía con su tutora o si ella por cualquier causa como enfermedad o accidente no podía ir al Colegio, David, lisa y llanamente no podía entrar al colegio. En ese sentido, nuestra desazón fue enorme, considerando que David, por 4 años, había asistido a clases sin tutora y por la jornada escolar completa. Este año, no sólo se prohibió la entrada de David al Colegio sin su tutora, sino que, además, tuvo durante todo este año, una jornada restringida hasta las 13.30 hrs, donde tenía que ser retirado del establecimiento por su madre, dada la imposibilidad de nuestra parte, de poder financiar una tutora a jornada completa.



Nos dirigimos directamente a la Directora del establecimiento, la señora Verónica Vergara para pedir explicaciones respecto a esta discriminadora exigencia y evidentemente manifestar nuestra oposición a la misma, pero ella no sólo ratificó la medida, sino que además se refirió al autismo, en general, como un problema psiquiátrico: el panorama para nosotros era cada vez más oscuro por cuanto veíamos que no sólo no estábamos encontrando apoyo ni contención en ninguna de las áreas del colegio sino que además, su máxima autoridad demostraba una ignorancia alarmante sobre la materia.

Nuestra única esperanza radicaba en el hecho de que gracias a la ayuda de la tutora y su especial dedicación a David, nuestro hijo tuvo grandes avances durante el primer semestre, alcanzando excelentes notas, un nivel inédito de permanencia en sala y un alto grado de participación, que el colegio nunca logró alcanzar por sus propios medios. No obstante ello, abruptamente, a partir del segundo semestre, todo en torno a David comenzó a ser negativo: reportes de berrinches, agresividad, irritabilidad. Todo el mundo centrándose en las conductas inadecuadas de David, olvidando sus grandes avances logrados y, por supuesto, no preocupándose de las posibles causas de estos problemas, sólo preguntando ¿Qué dice el neurólogo? ¿Está tomando su medicamento? No se daban cuenta que David percibía toda esta concentración en lo negativo, creando dentro de su compleja comprensión del entorno, una imagen de sí mismo como “David Malo”.


Se abre un registro de las conductas negativas de David, a cargo del jefe del primer ciclo, quien dio instrucciones de que todas las conductas de David le fueran reportadas inmediatamente. No sabemos de la existencia de ese registro, para el resto de sus pares, sólo sabemos que ello no hizo sino alimentar más esta imagen que se generaba de sí mismo, como de niño malo, o que fracasaba constantemente, llevándolo a la crisis de angustia severa en la que en este momento se encuentra.

Durante la última semana de clases de David, todo pasó tan rápido que hasta el día de hoy seguimos sin entender la capacidad del colegio de desvincular a un estudiante con necesidades educativas especiales y hacer como si nunca hubiera formado parte del plantel: el día lunes 26 de septiembre inicia su semana de manera excelente, participando activa y motivadamente de sus clases. El martes 27 de septiembre debía participar de una disertación sobre la “comida chatarra” con sus compañeros, la cual preparó con especial interés y dedicación junto a su madre. Ese día ocurre un hecho en la sala que lo perturba y corre hacia su profesora para darle un manotazo. Ella, en lugar de conversar con él e intentar contenerlo de manera alguna (como siempre, delegando toda esa labor en su tutora), corre a reportar la situación al jefe de primer ciclo, quien no tarda un segundo en decretar su inmediata suspensión. David queda marginado inmediatamente de participar en la disertación que con tanta dedicación preparó y mi mujer lo encontró totalmente desconcertado y sin contención alguna, más que de su tutora, en la entrada del colegio.

Retoma las clases el día viernes 27 de septiembre y, en el aula de apoyo tiene un nuevo berrinche y le da un golpe en las canillas a su tutora. La educadora diferencial da cuenta de la situación a Hugo Lagos quien decreta una nueva suspensión, manda a llamar de inmediato a la tutora de David, ordenándole un reporte, tomándole fotografías e instruyéndola para que vaya a constatar lesiones a carabineros. Hugo Lagos, profesor de educación musical elevado a la categoría de responsable de todo el primer ciclo, sin visaciones académicas ni mucho menos la sensibilidad para entender y trabajar en modo alguno con niños con NEE, etiquetado en tono cordial y de compadrazgo por la directora del colegio como “el gigante protector de los niños”, incitando a la tutora a la realización de un trámite tendiente a preconstituir pruebas para iniciar una investigación criminal por el delito de lesiones en contra de nuestro hijo, de nuestro David, de nuestro rucio encantador y luchador que ha tenido que lidiar por tantos años con todo lo que venimos contando. Criminalizando a un niño con TEA que pide a gritos de ayuda  comprensión ¿De qué manera estaba protegiendo a David? Hemos tenido reportes que en el “Colegio Grande” han ocurrido hechos de tal gravedad, tales como venta de drogas y “bullying” hacia niños con NEE tanto dentro como fuera del colegio, sin que se hayan adoptado, por parte del colegio, medidas como las que se han adoptado respecto de David. Frente a tales antecedentes ¿Cómo se explica que el Director del Primer Ciclo pretendiese someter a nuestro hijo al terrible trámite antes descrito?


David es retirado de la misma manera anterior por su madre, del colegio, hasta el día de hoy pregunta cuándo vuelve a clases y desde ese día ni su profesora ni nadie de colegio ha preguntado cómo se encuentra David, cómo estamos como familia, pese a estar en antecedente de la crisis de angustia que afecta a nuestro hijo y a la depresión en la que, como familia estamos sumidos. Es como si nunca hubiésemos formado parte del colegio. Ese sería el último día de nuestro hijo en el Colegio Altamira, el fin de un camino en el que toda nuestra familia puso todas sus esperanzas debido a la “reputación” que esta institución ha sabido construir a su alrededor y que al día de hoy, tal y como el mismo colegio, soberbiamente se encarga de recalcar, hace que existan listas de espera de padres, que, al igual que nosotros en algún momento, confían en que su ideario educativo es una realidad.

La desvinculación de David, por parte del Colegio, es formalizada en una reunión que tuvo lugar el martes 1 de Octubre y que se desarrolla en los términos descritos al inicio de esta carta.

Un colegio en el que por años pagamos la colegiatura completa y a la que nuestro hijo no tuvo posibilidad de acceder si quiera a la mitad de los contenidos que el resto de sus compañeros. En el que por años pagamos un cupo de integración extra y donde esperamos contar con profesionales que se hicieran cargo y no se rindieran frente a estas dificultades, acompañando a David en su difícil camino, confiando en esta imagen que presenta como institución abierta a la diversidad y con experiencia en el trabajo con niños con NEE incluidos los del espectro autista.

Esperamos integración, comprensión, trabajo, participación, igualdad de derechos. Por años luchamos por ello, a través de reuniones con la dirección, participación en comisiones de NEE, pero sólo conseguimos:

1.       Que David no participara de todas las asignaturas
2.       Que David no participara de ningún taller
3.       Que David no tuviera opción de participar en la jornada completa
4.       Que David intentara ser criminalizado por parte del jefe del primer ciclo.

¿Discriminación? ¿Negligencia? ¿Incumplimiento? Todo esto tiene demasiadas lecturas.



Esta carta es el único medio que, como familia, tenemos para poder despedirnos de todos ustedes, agradecer el cariño que recibimos de muchos de ustedes y el cariño que recibió David durante todos estos años de parte de sus compañeros y, muy especialmente, para exponer ante la comunidad nuestra verdad como familia, una verdad marcada por la discriminación, la persecución y agresión constante por parte de las mismas personas a quienes confiamos el cuidado y formación de nuestro hijo por largos 5 años y que estamos ciertos no les será comunicada apropiadamente por parte del personal del colegio. Persecución fundada sin duda en nuestro afán constante por buscar cambios y mejoras en la formación de David y en todos los niños con TEA que aún permanecen en las aulas del Colegio Altamira y que sin duda, nos hizo sumar enemigos, en una estructura académica marcada por la ignorancia en torno a la realidad de las personas con TEA, falta de voluntad por abrir su mente y continuar formándose en la materia, dada la responsabilidad adquirida y por una soberbia y falta de capacidad de autocrítica, donde el autoelogio y la apariencia de estar haciendo las cosas bien contrastaba con el traspaso hacia David y hacia nosotros, de toda la carga y responsabilidad por los constantes fracasos en el proceso educativo.

Evidentemente todos los antecedentes antes descritos tienen a David sumido en una crisis de angustia severa y a mi mujer sumida en una profunda depresión, lo cual da pie a los descargos pertinentes a través de este medio. Pero no queremos que este sea el tono de esta carta: queremos que ustedes y sus hijos que conocieron a David por largos años, conserven en sus memorias la imagen verdadera de nuestro David, no la que se está intentando dibujar de él: la de un niño con muchas dificultades para poder comunicarse, para poder insertarse en el medio, pero a la vez sumamente conectado con las cosas que pasaban a su alrededor, alegre y cariñoso, ávido de participar en las actividades colectivas con sus compañeros, siempre con una sonrisa y un abrazo para las personas que le demostraban su afecto y que, pese a que se le pudiera mirar en menos y ser tachado como incapaz para realizar muchas actividades, lograba participar exitosamente y demostrar sentirse orgulloso de sí mismo, con cada pequeño logro que iba alcanzando.


Sabemos que sus compañeros lo recordarán. Les pedimos que por favor, ayuden a que no quede olvidado y que sus hijos que tendrán a su cargo la formación de la conciencia social en el futuro, sean conscientes de las dificultades y potencialidades de niños como David. Aquellos padres de niños con NEE, que siguen en el colegio, no se rindan y sigan luchando por la inclusión y la igualdad de derechos de sus hijos. No permitan que censuren su libertad de expresión. No dejen que situaciones como éstas, si les llegan a pasar, queden impunes. Es hora de cambiar nuestras mentes y cambiar la sociedad para avanzar en la real inclusión de las personas con autismo.


Nosotros haremos lo posible por encontrar, dentro de la desolación en la que nos encontramos, un nuevo lugar que acoja verdaderamente a nuestro hijo. Por ahora, sólo quisiéramos que alguien nos dijera como explicarle a David, sin mentirle, cada vez que nos pregunta por el Altamira y sus compañeros, por qué no puede asistir más a su colegio.

Un gran abrazo para todos ustedes. Hasta siempre,



José Luis Baro
Padre de David Baro