Soy Mónica y mi Marido es Germán, cuando llevábamos
seis años juntos decidimos dar el gran paso y ser padres. El embarazo fue
maravilloso y cuando vi a mi hijo en mis brazos fue el momento más feliz de mi
vida.
Al año todo estaba bien, caminaba, balbuceaba, decía:
“mamá, papá, tata” y de pronto -no sé la
fecha exacta ni puedo determinar un hecho que gatillara esta situación-, mi
hijo comenzó a dejar de balbucear, a mirar menos a los ojos, a dejar de reaccionar cuando lo llamábamos
por su nombre.
Eso era muy extraño, tenía un año cuatro meses y no
seguía ordenes simples, como “toma esto” o “dame aquello”. Comenzó a oponer
mucha resistencia a la comida, y si le gustaba una canción, o un cuento, quería
oírlo una y otra vez.
Después de muchas visitas al pediatra, neuro pediatra.
fonoaudióloga, otorrino, le realizaron exámenes para ver si tenía algún
problema para oír, afortunadamente esto quedo descartado.
Nuestro bebe cumplía dos años y aún no hablaba. Qué está pasando nos preguntábamos.
Buscando en internet leí un folleto con los signos de
alerta y detección temprana del Espectro Autista, después de leerlo sentí que
concordaba con algunas características de
mi hijo.
El diagnostico
El 2 de enero
del 2012 pedí hora con una psiquiatra infantil, luego de unos minutos de
observarlo, Ella comenzó a decir cosas sin sentido para mí.
No aguanté más y le pregunté directamente si ella
creía que Germán tenía características del espectro autista y nos dijo que sí.
Agregó que no podía ayudarnos pero que lleváramos a nuestro hijo a la
Asociación Chilena de Padres y Amigos de los Autistas (Aspaut), que ahí tenían
experiencia y lo podían diagnosticar.
No puedo describir lo que sentí al salir de la
consulta, sólo recuerdo que llegamos a la casa de mis padres, mi mamá me abrazó
y yo le pregunté: “tú crees que voy a volver a ser feliz”… no me contestó y a
los minutos mi hijo se acercó y me dio el beso más sanador del universo. Ahí
supe que ya no se trataba de mí, ahora se trata de él.
A la semana siguiente, ya estaba diagnosticado y
matriculado en la escuela Aspaut de Maipú, su diagnostico decía que el niño
presenta características compatibles con espectro autista. En esa evaluación
nos dijeron también que Aspaut es una escuela, no un centro de terapia y que si
estaba en mis posibilidades, debía hacer terapias complementarias a la escuela.
Las terapias son igual o más importante que la escuela
ya que son en forma individual y diseñadas acorde a las habilidades y retos de
cada niño.
Comencé a Buscar centros de terapia. Cuando supe las
mensualidades me sorprendí. No bajaban de los 300.000 pesos mensuales por media
jornada, las terapias de forma
particular fluctúan entre 20.000 y 50.000 pesos la hora.
Hablamos de terapia ocupacional y fonoaudiología.
Existen varias terapias complementarias o alternativas de tratamiento como
hipoterapia, terapia aba, entre otras y
los precios son cercanos a los ya mencionados.
En nuestro caso, la Neuro-siquiatra de la escuela nos
recomendó hacerle algunos exámenes a nuestro hijo, para descartar alguna
patología de tipo metabólico o genético.
Los valores de estos exámenes fluctúan entre los
200.000 y 500.000 mil pesos sin cobertura de isapre ni Fonasa, ya que no tienen
código.
La deuda pendiente…
En marzo del 2012, Germán comenzó con sus clases en la
escuela “Rompe mi silencio de Maipú”,
dependiente de Aspaut. No cobra mensualidad pero si pide un compromiso
voluntario mensual, ya que con la subvención del Estado no es suficiente el
financiamiento de esta.
Las terapias de mi hijo, las realizamos en un centro
en Maipú, donde pagamos un monto superior a 200.000 pesos por 12 horas al mes
entre terapia ocupacional y fonoaudiología.
Llevamos poco tiempo con este sistema y ya tenemos
excelentes resultados. Germán comenzó a seguir ordenes simples, se conecta
mucho más en lo que se le pide; Tenemos claro que comprende mucho más de lo que
puede expresar y aunque aún no habla tiene sus maneras de darse a comprender.
Afortunadamente y con mucho sacrificio, podemos costear
este modelo de terapia y exámenes varios. Pero puedo ver en la escuela madres
que sufren por no poder hacer a sus hijos los exámenes, ni mucho menos las
terapias, como tampoco pueden llevar a sus hijos a la escuela por no poder
pagar el transporte público, donde también hay niños que necesitan transporte
particular.
Somos muchos los que nos empobrecemos y hasta
endeudamos por sacar a nuestros hijos adelante. Tema aparte es la
discriminación social, las miradas, los comentarios, las comparaciones, la
segregación. Por eso cuando a mi me preguntan si mi hijo es autista yo les
respondo: no mi hijo es German, tiene autismo, tiene una familia, tiene amigos,
ama y es amado; y tiene un futuro que
podría ser mejor y más estable si el Estado cumpliera con la obligación de
brindarle la educación y acceso a salud
que él necesita y merece. El y todos los niños con o sin autismo.
Gracias por compartir tu testimonio...
ResponderEliminarMe emocioné al leer tu testimonio Mónica... lloro en este momento porque nosotros pasamos lo mismo hace 1 año...un abrazo y sigamos adelante por nuestros ángeles.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
Eliminarel camino es largo y alun@s como nosotr@s recién comenzamos. Lo importantes es dar todo de si para potenciar las habilidades de nuestros hijos y disfrutar al ir recorriendo este camino. Saludos y un abrazo!!
EliminarTe mando un saludo Monica!!!
ResponderEliminarUn abrazo y Gracias x sus Saludos!! ;D
ResponderEliminarMonica Molina @momoubi
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