PERROS DE ASISTENCIA Y AUTISMO Por José Perich
Durante este último tiempo se ha hecho muy
popular la utilización de perros de asistencia para niños con autismo. Lamentablemente en nuestro país el acceso a
ellos aún está muy limitado por los factores económicos de las familias y el escaso
apoyo que las instituciones encargadas del adiestramiento de canes reciben del
sector privado o estatal. Otra dificultad ha sido la falta de información por
parte de las instituciones encargadas de entregar servicios comerciales
(Supermercados, Malls, almacenes, etc.) que muchas veces han negado el acceso a
los perros de asistencia, a pesar de estar enmarcado dentro de una ley (Ley
20.025).
Sin embargo, ya podemos hablar de que existen varias experiencias exitosas y
satisfactorias en el uso de perros de asistencia para niños del espectro
autista.
En este pequeño artículo intentaré explicar los principales apoyos que puede
brindar un perro de asistencia, tanto en el ámbito terapéutico como en aspectos
sociales, emocionales y afectivos de las personas con TEA.
Los perros, a diferencia de otras especies, tienen una capacidad innata para
interpretar señales humanas, lo que permite que puedan convertirse en un
instrumento terapéutico y un apoyo en la vida diaria para las personas del
espectro autista. Probablemente, el niño
con TEA se muestra más abierto a interactuar con perros debido a que en ellos
encuentra un lenguaje corporal más
simple y menos complejo que el que implican las relaciones humanas. Es así que
puede ejercitar su capacidad para comunicarse desde un sistema de códigos menos
desafiante para él. Estudios han
demostrado que la interacción y convivencia con perros favorecen la aparición
de conductas positivas y disminuyen los episodios de agresividad en los niños del
espectro.
Los perros están siendo utilizados principalmente para dos tareas: Perros de terapia,
que se incorporan directamente a los tratamientos y que parecen potenciar los
efectos psico-educativos, sociales y comunicativos y perros de servicio, que
reciben un entrenamiento especializado con el fin de responder apropiadamente
ante cualquier necesidad en la vida cotidiana de los niños y de sus familias.
Hay estudios que confirman que la utilización
del perro como mediador de las actividades entre el terapeuta y el niño
potencia el porcentaje de respuestas positivas a las instrucciones que el niño
recibe, pasando de un 20% a casi un 80% cuando la instrucción incorpora al
perro. También se observa que en las
sesiones con perros los niños realizaron mayor cantidad de contacto visual con
el terapeuta y el perro.
En lo referente al desarrollo de habilidades
sociales, un estudio realizado por Ming Lee Yeh, arrojó que después de 8
semanas de terapias asistidas por perros, los niños mejoraron las habilidades
para responder a estímulos novedosos y su capacidad para interactuar con ellos.
En el caso de los perros de servicio, es probada su eficacia para ayudar al niño en funciones domesticas como ayudar a
recoger sus juguetes, hacer la cama y apoyarlo en episodios de crisis violentas
o de ansiedad.
Otro aporte importante de los perros de servicio, es evitar “fugas”. Durante
las caminatas, el niño lleva un cinturón o chaleco atado a una pechera que
porta el perro, el que a su vez va sujeto por una correa que sostiene el adulto
un par de metros más atrás. Esto le
brinda más movilidad e independencia al niño, pero siempre resguardando su
seguridad. Si el niño trata de arrancar,
el perro adopta la posición de “anclaje” impidiendo que el menor pueda ir
lejos.
Sin embargo, una de las funciones
primordiales del perro de asistencia es la de brindar un espacio de contención
emocional y afectiva para el niño con TEA.
Un ejercicio común es recostar al niño al lado del perro colocando su
cabeza sobre el pecho del animal, de esta forma el menor puede escuchar los
latidos cardiacos de éste. Este
ejercicio genera relajación y calma a quien lo experimenta.
Si bien faltan estudios, se sabe que el contacto físico con otro ser vivo
produce una mayor liberación de oxitocina, la cual provoca la sensación de
calma, confianza y apego. Otros neurotransmisores involucrados, podrían ser la
serotonina y la dopamina, sin embargo faltan estudios concluyentes.
Se ha podido observar que los niños con TEA
tienen un mejor dormir cuando lo hacen acompañados de un perro de asistencia.
Tienen un sueño más prolongado y expresan un menor nivel de cortisol (hormona
del stress) al despertar, lo que permite mejoras en el nivel comportamental del
niño y optimiza los procesos de socialización.
En términos generales, las familias
mencionaron que tras la incorporación del perro a las rutinas domésticas, los
niños se habían mostrado menos ansiosos y estresados, disminuyeron las
“rabietas” y la intensidad de ellas.
Todos estos elementos se traducen en un mayor bienestar familiar y un
ambiente más propicio para potenciar la interacción social de los niños con
TEA.
Referencia:
El primer perro de asistencia que se entregó en Chile fue Negra, de Raúl, el 27 de septiembre de 2007 y la Corporación que más perros de asistencia para niños con autismo ha entregado es la Corporación Junto a ti
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