Trastornos del Espectro Autista
El autismo es un trastorno del desarrollo de origen neurobiológico,
que se caracteriza por: alteraciones en las competencias sociales(que dificultan
el establecimiento de relaciones interpersonales y la participación social),
alteraciones en las habilidades de comunicación verbal y no verbal, asociadas frecuentemente
a problemas en el desarrollo del lenguaje, y un ámbito muy restringido de
intereses y actividades que se traduce en comportamientos repetitivos, así como
en conductas perseverantes que implican dificultades para afrontar los cambios
y ajustarse de forma flexible a lo que la situación requiere. Hoy en día se utiliza el término
"Trastornos del Espectro del Autismo" (TEA) para referirse a este
tipo de trastornos y enfatizar que sus manifestaciones son muy diferentes en
las distintas personas que lo presentan.
No hay una sola causa que explique o determine el autismo,
ni puede reducirse su aparición a un único factor o motivo, ya sea genético,
biológico o de cualquier otra naturaleza.
También hay que intentar transmitir la complejidad de su
definición e identificación. El autismo es un trastorno del desarrollo
singular, complejo, variable, multifactorial, de difícil diagnóstico y manifestaciones
muy diferentes en las distintas personas que lo presentan.
Además, es fundamental distinguir trastorno de enfermedad.
El autismo no es una enfermedad. Puede estar asociado a diferentes tipos de
trastornos (neurológicos, fisiológicos, mentales, etc.) que alteran su
adaptación y participación social.
Se recomienda escribir o hablar en los siguientes términos:
• Persona con autismo, en lugar de “autista”.
• Persona con Trastornos del Espectro del Autismo (TEA).
• Persona con TEA (solo usar una vez que se han explicado
las siglas).
Para erradicar determinados mitos que se han instaurado en
relación al autismo es necesario:
•Evitar mostrar a las personas con TEA en una “infancia
permanente”. Las personas con autismo adultas tienen las mismas necesidades y
características que el resto.
• No exagerar la inteligencia de las personas con trastornos
del espectro autista ni relacionarlas con un aislamiento que no aparece en
todos los casos.
• No culpar a las familias por la falta de manifestaciones
cariñosas de sus hijos e hijas.
• No magnificar los silencios, las conductas de aislamiento
o inusuales, los tics que algunas personas con autismo pueden manifestar.
• Hay que desterrar la falsa creencia de que las personas
con autismo solo pueden vivir en centros segregados, sin relación con el resto
de personas. La participación social de las personas con TEA es una delas
claves para lograr mejorar su calidad de vida, su adaptación y su desarrollo
personal.
• No abusar de la utilización de casos de personas con TEA
con “capacidades asombrosas” (casos como la película ‘Rain Man’). Es verdad que
la singularidad es una condición para lo noticioso pero debe tenerse en cuenta
que la mayoría de personas autistas carecen de este tipo de “habilidades
prodigiosas”.
• Desconfiar de supuestas "terapias" o "tratamientos"
que proclamen la "cura" o "superación" del autismo. Tales
soluciones son irreales o fantasiosas. No hay fórmulas mágicas que lo hagan
desaparecer. Las personas con TEA puede mejorar sus competencias y habilidades,
pero sólo a base de un trabajo especializado y prolongado, basado en principios
contrastados de intervención.
• Resistir la tentación de utilizar el término “autista”
para calificar actitudes públicas asimilables a la falta de comunicación o
entendimiento social. Esta práctica es muy habitual en el terreno de la
política y de otras actividades públicas para caracterizar a un dirigente o
personalidad destacada que esquiva el diálogo, desatiende los reclamos sociales
o presenta una conducta de aislamiento en el ejercicio de sus funciones. Estos
comportamientos deben definirse de forma más precisa y evitar el término
"autista", porque asimila esta condición a un factor negativo, cuando
en realidad se trata de un trastorno involuntario y no una conducta consciente
o elegida.